Thursday, November 30, 2006

Argentinos, a las armas

Quiero analizar las declaraciones del ministro de Seguridad bonaerense, Dr. Leon Arslanian, vertidas en el Primer Encuentro de Foros de Seguridad Por el Desarme, desarrollado en el Jockey Club de La Plata.
Comienzo recordando al ministro su solemne juramento al aceptar tamaña responsabilidad: "...si así no lo hiciere, que Dios y la patria me lo demanden".
Dios y la patria, representados por la población bonaerense, demandan por todos los medios y todos los dias, con sus quejas, sus lamentos, sus angustias, su impotencia e indefensión, el incumplimiento de aquellas palabras, mientras Ud. no restablece el orden ni detiene el creciente delito, crea foros de seguridad que procuran convencer a sus conciudadanos de entregar su última instancia de defensa; el arma adquirida para defender su vida y la de sus familias.
Y lo peor es que estos foros están formados por representantes de instituciones de cada población, que creen contribuir con la seguridad, como lo he hecho yo en su momento.
Como ciudadana argentina y bonaerense, no me cabe ninguna duda de cuál sería el resultado si se plebiscitara la efectividad de su gestión. Y estoy segura de que a Ud. tampoco.
Mientras miles de bonaerenses son torturados, violados, saqueados y horrorosamente asesinados, Ud. afirma que el delito ha disminuido y les pide que entreguen sus armas.
Textual suyo: "El desarme es una acción voluntaria que realiza la población que generalmente no tiene ningún compromiso con el delito y a la cual hay que persuadir para llevar adelante un trabajo de información para predisponer acciones de esta naturaleza".
Ni acepto su insulto ni me da Ud. miedo. El terror se va a terminar en la Argentina de cualquier forma. Recuerde lo que pasó en Misiones: el resto del país ha comenzado a pensar seriamente en lograr mejorar nuestra democracia y la dignidad triunfará.
Como persona de bien, enfrento la realidad y mi criterio es inverso. Creo que Ud. debería sentir un enorme dolor por el sufrimiento que el delito provoca a sus compatriotas a diario. Mientras llegue alguien que pueda resolver el acuciante problema de la creciente inseguridad, tendría que pedir a los ciudadanos no solamente mantener sus armas legales, dentro de las normas reglamentadas por el Estado, sino adiestrarlos en su uso en forma gratuita, en los Tiros Federales que se formaron para aprender a defender a la patria. Porque el que ama a su patria, al defenderla, defiende la vida de sus habitantes.
Continúa afirmando Ud: "...el desarme implica el compromiso de fortalecer la confianza en la comunidad respecto de su propio sistema de seguridad, de su propia policía, porque éste es el compromiso del Estado".
Desmenuzo sus aseveraciones, reiterándole que no podemos fortalecer la confianza respecto de su propio sistema de seguridad, porque la realidad nos ha hecho ver su fracaso y porque entregar nuestras armas, cuando el Estado fracasa, significa el suicidio.
Referente a nuestra policía, le aseguro que los ciudadanos la respetamos siempre y recurrimos a ella en los momentos de peligro.
También le recuerdo, ministro Arslanian, que nuestros gobernantes son elegidos democráticamente con nuestro voto para cumplir con un período administrativo durante el lapso constitucional, lo que significa responsabilidad en cada cargo y no la compra de la República.
En toda democracia, aun en las peores, cualquiera como yo puede sugerir ideas para revertir situaciones descontroladas y también referirse al conformismo o no de cada gestión individual de cualquier funcionario de turno. Quizás le sirva a Ud. para hacerse algún replanteo.
Con respecto a que "éste es el compromiso del Estado", no sólo lo comparto, sino que le recuerdo que es una obligación indelegable del Estado.
Solamente me queda mencionarle que los argentinos tenemos nuestra idiosincrasia, pero nos estamos dando cuenta que tenemos que pensar mucho, en vez de creer demasiado; lo sucedido en Misiones es un ejemplo que madurará día a día sin detenerse y no es otra cosa que el verdadero ejercicio de la democracia.

(Enviado por Elma Bidonde, Buenos Aires)